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Nick Bollettieri, el entrenador que mejor entendió el negocio y el marketing del tenis

El adiós a un gurú que supo rodearse de los mejores para ser un enorme motivador de campeones de Grand Slam.

08/12/2022 20:57

  • Clarín.com
  • Deportes

Actualizado al 08/12/2022 20:57

Con la muerte de Nicolas James Bollettieri no se fue el mejor entrenador de tenis de la historia, como él mismo supo venderse durante casi toda su vida. Con la muerte de Nicolas James Bollettieri se fue el entrenador que mejor entendió el negocio y el marketing del tenis durante toda su vida.

Nick Bollettieri fue un gurú. Un genio controvertido. Un formador de campeones y de leyendas. Un hombre que respiró tenis durante sus 91 años. Y lo hizo casi hasta el lunes, el día de su fallecimiento.

Por su famosa academia de Bradenton, la Nick Bollettieri Tennis Academy (NBTA), pasaron en diferentes momentos Jim Courier, Andre Agassi, Marcelo Ríos, Boris Becker, Tommy Haas, Monica Seles, las hermanas Venus y Serena Williams, Maria Sharapova, Anna Kournikova, Mary Pierce y tantos otros.

A fines de los 60 se vinculó con el tenis al ser director del área en el hotel Dorado Beach, en Puerto Rico. De ahí pasó a la Florida estadounidense. Y en 1978, en un terreno destinado a cultivar tomates, armó de la nada su academia, que terminó siendo un internado para fabricar números 1 del mundo.

Agassi, en su genial autobiografía “Open”, la definió como “un lugar al que la gente le gusta llamar campamento militar, pero en realidad es un campo de prisioneros glorificado”. Su tiránico padre, Emmanuel, vio una nota sobre Bollettieri y decidió enviar allí a su hijo. En esa nota se veía a los chicos dormir en camas muy incómodas, comer poco y hasta limpiar las instalaciones.

Andre Agassi y Nick Bollettieri, en 2011. Foto Reuters

Cuando Bollettieri lo vio a Agassi le dijo a su padre que podía quedarse gratis. Ese era Bollettieri. Captaba por talento y por dinero. El chico nacido en Las Vegas tenía mucho de lo primero y poco lo de segundo. Con el tiempo lo formó y lo hizo el mejor de todos porque además le sobraba lo que Bollettieri más destacaba: su espíritu competitivo.

Lo mismo ocurrió con Seles, que un día llegó de la ex Yugoslavia. O con Sharapova, de quien Bollettieri llegó a decir: “Tenías que matarla para ganarle”. La rusa llegó con “700 dólares enrollados en un bolsillo”, según contó él muchos años después. Se sabe también cómo terminó esa historia.

Bollettieri tenía el mejor ojo para detectar grandes jugadores. Sabía mucho de táctica pero no de técnica (aunque desarrolló grandes drives como los de los estadounidense Jimmy Arias y Aaron Krickstein o el del propio Agassi) y se formó con un gran secreto que compartiría con los años en las charlas o cursos que daba.

Más allá de ser un tremendo motivador que levantaba a sus jugadores a niveles impresionantes, supo rodearse de los mejores. De las “eminencias”, según él mismo las llamaba. Así, junto a él trabajaron los mejores entrenadores, preparadores físicos, médicos y psicólogos deportivos.

Un día presentó a un psicólogo que había trabajado en la NASA. Era Jim Loehr. Dijo: “Con este hombre podré sacar campeón a cualquier jugador”. Y Loehr se transformó en el más reconocido psicólogo del circuito, adorado y requerido por casi todas las estrellas.

Bollettieri les dio todo a a sus jugadores para que triunfaran. Y aunque el mejor de todos los entrenadores fue el australiano Harry Hopman, él tuvo la humildad de copiar muchas cosas suyas para llegar al éxito. Un éxito que lo acompañó hasta el final de sus días.

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