13.8 C
Ushuaia
HomePolíticaEl fracaso que agobia a Cristina Kirchner y el intrincado juego de...

El fracaso que agobia a Cristina Kirchner y el intrincado juego de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta

¿Qué hacer? En el universo que se mueve a la sombra de Cristina ha pasado a ser esta una pregunta crucial. Son momentos de deliberaciones en la cúpula del Senado. La vicepresidenta está azorada por el aislamiento que transita Alberto Fernández, como si ella no tuviera nada que ver. Pero más intranquila está por su propio encierro. Sus amenazas y sus viejas prácticas han perdido valor. Martín Guzmán sigue en su cargo, pese a que La Cámpora, el kirchnerismo duro y ella en persona desplegaron un operativo de demolición durante largas semanas. Por primera vez, Cristina no sabe cómo reaccionar frente al cuadro dramático que se presenta ante sus ojos: el Gobierno sucumbe, el Presidente no la tiene en cuenta desde hace 89 días y su estilo maniqueísta ya genera dudas hasta en algunos devotos del Frente de Todos. “Lo pusiste vos” es una sentencia que difícilmente alguno se anime a plantearle en privado. Quizá no haga falta. Acaso resulte más tortuoso que se lo recuerden a sus espaldas.

Frente a ese paisaje inquietante, Cristina podría estar meditando si rompe el contrato que de modo implícito hizo con sus fanáticos y que establece que no se irá del Gobierno ni traicionará a los votantes. Ni Cobos ni Chacho Álvarez, para decirlo con sus propias palabras. Esto implica no abandonar el barco ni sacar a sus mejores cuadros de los puestos de poder. ¿Faltará a su promesa? “Que en los momentos de furia lo piensa, seguro. Pero se autocontrola porque sabe que un movimiento fuerte puede tumbar al Gobierno”, dice un hombre con base en la provincia de Buenos Aires, kirchnerista y crítico feroz del primer mandatario. Las causas judiciales son otro freno.

La renuncia de Roberto Feletti podría ser una pequeña muestra de lo que viene. Es una posibilidad, pero no una decisión tomada, ni abarcaría a las áreas más sensibles. Las cajas no se tocan. Pero los movimientos de Cristina son siempre súbitos. El sábado pasado, Feletti había hablado con Guzmán para decirle que se quería quedar y que estaba dispuesto a bajar el perfil en pos de una convivencia más pacífica. Quedaron en volver a hablar el lunes para definir una serie de cuestiones. Pero ese día, cuando volvieron a charlar, él le dijo que tenía que renunciar. Usó el verbo tener, que es bien distinto a querer.

Salvando las distancias, la renuncia fue tan sorpresiva como la ola de dimisiones que siguieron a la derrota electoral. Cristina actúa así y Máximo Kirchner sigue la misma línea. Por eso no habría que descuidar lo que dicen quienes los conocen en la intimidad: “No sabemos qué, pero algo van a hacer. Ni ellos ni nosotros podemos seguir así un año y medio más”.

La jefa de la coalición analiza cómo escapar del fuego. La renuncia de Feletti tiene que ver con eso y a la vez está relacionada con sus pronósticos para el país: para Cristina, lo peor no pasó. Ese mensaje esperanzador se lo deja a Guzmán.

Si la ex presidenta tuviera razón, la inflación arrasaría con las paritarias, elevaría el índice de pobreza y desnudaría que no hay un mínimo plan para frenar la escalada de precios. Es atinado recordar que Feletti asumió la Secretaría de Comercio con promesas de mano dura frente a los precios en los supermercados. Impulsó precios fijos en más de mil productos. Los resultados son inexcusables. El ex funcionario asumió en octubre. Desde entonces, los últimos siete registros del Indec, la canasta básica -carne, harina y fideos, por ejemplo- creció 37,5%. En el mismo período -los últimos siete meses de Paula Español- la cifra había sido de 16,8%. Exactamente la mitad.

Mientras busca surfear la crisis, Cristina está obligada a no descuidar el plano electoral. Pero también en ese punto se da una situación inédita. ¿Puede elevar su dedo para ungir a un candidato después de esta experiencia? Los gobernadores del peronismo menos afines dictaminan que no. Diseñan sus propias campañas y adelantarán el calendario para no verse perjudicados por la mala imagen de la dupla presidencial.

La especulación de que el cristinismo estaría dispuesto a refugiarse en la provincia de Buenos Aires gana adeptos, pero siembra interrogantes. ¿Conviene adelantar la contienda? Los que defienden esa estrategia sostienen que sería una opción para no ir pegados a la boleta de Alberto. Pero esa iniciativa presenta dos trampas. La primera: si Cristina quisiera ir como postulante al Senado debería compartir luego boleta con Fernández. La segunda: para retener el bastión bonaerense es necesario que Javier Milei presente un candidato competitivo y que le saque votos a Juntos por el Cambio. Eso no se ve hoy, con lo cual hay quienes ya descartan el adelantamiento porque suponen que, si la elección nacional y provincial van el mismo día, el votante de Milei podría optar por la boleta completa y favorecer indirectamente al Frente de Todos. En la Provincia no existe el balotaje. 

Claro que la oposición está enredada en sus propias disputas. La UCR acaba de proclamar en su Convención partidaria, sin explicitar, la candidatura de Facundo Manes. Gerardo Morales mantiene la suya, pero -a diferencia de Manes- podría acordar bajarse si observara que los números le son adversos. En el PRO las cosas están menos claras. El fantasma Macri condiciona a Horacio Rodríguez Larreta y a Patricia Bullrich.

Larreta y Bullrich, que se veían como enemigos internos, ahora comparten el mismo temor: que Macri atente contra sus planes. El alcalde siempre trabajó con la idea de que el ex presidente estaba fuera de competencia. Macri le hace pagar aquel pecado y ciertas maldades que atribuye a la tropa larretista. No es gratis que a un dirigente como Macri lo corran de un escenario. Ni él ni su entorno lo olvidan. Con Bullrich el diálogo es cordial, pero cuando él aparece, ella queda opacada. Representan lo mismo, aunque la ex ministra mide mejor.

El jefe de Gobierno tuvo un leve bajón en las encuestas, aunque sigue en una posición más que expectante. Su estrategia difiere de la de Bullrich y Macri y, de paso, de la de Milei. Cree que ellos están corriendo una carrera de cien metros y que se confunden porque se entusiasman con ir rápido, sin atender que pueden quedarse sin aire, como si ignoraran que la carrera electoral se trata de una maratón.

No solo en eso difieren. Larreta apuesta a gobernar con el setenta por ciento de la dirigencia y a terminar con la grieta. No explica con quiénes. Eso exaspera a sus aliados. Si con Milei no y con el kirchnerismo no, ¿con quiénes sería?

La cuestión económica los obsesiona por igual. Rodríguez Larreta piensa en un shock. En su equipo aseguran que en las primeras 72 horas se debe mostrar una orientación. Larreta hizo un raid mediático esta semana. Debe haber pronunciado más de cien veces la palabra plan. Pero no da pistas. Macri y Bullrich son más audaces y hasta están tentados de decir que a ellos les gustan algunas ideas de Milei.

También los enfrenta la sucesión en la Ciudad. Larreta asistió al locro organizado por Martín Lousteau y dijo que juntos vencerán al kirchnerismo en 2023. Quienes hablan con Macri aseguran que el primer malestar importante del fundador del PRO con su socio fue cuando entendió -habrá que ver si con pruebas o sin ellas- que Larreta estaba dispuesto a regalarle la Ciudad a Lousteau a cambio del apoyo de la UCR a su postulación a presidente. “Él nos dijo que de ninguna manera, pero la foto del jueves es desconcertante”, dicen en el entorno macrista.

En ese acto, a Lousteau lo presentaron como “el futuro jefe de Gobierno”. A Macri le debe haber causado malestar estomacal. Si algo no piensa entregar en su vida es la Ciudad, la cuna de su carrera. Veinticuatro horas más tarde se reunió con Jorge Macri en Pepinos, en Martínez, y ambos subieron una foto hablando del compromiso con los porteños.

Macri y Larreta parecen competir hasta por el rating. Esta semana, a la misma hora, dieron entrevistas en dos canales distintos. Sucedió el lunes y se repitió el miércoles. ¿No coordinaron sus equipos de prensa? Al otro día de los reportajes, se hablaba más de Macri que de Larreta. Es natural. El alcalde insiste en dar definiciones menos extremas. El ex presidente, como Cristina, exalta a sus fanáticos.

“Voy a contar algo que nunca conté”, dijo el miércoles en A24. Contó que Cristina le había dicho “barbaridades” de Alberto en una de sus tres reuniones a solas. No dio detalles, pero sí lo hizo luego, a pedido de sus amigos, en charlas de sobremesa. Contó que le reprochó haber apoyado a Sergio Massa en 2013. “Vos fuiste poco inteligente. Lo apoyaste, pensando en que yo iba a hacer una reforma constitucional que no tenía en los planes. Y ahora Massa va a ser presidente”, le habría dicho en ese momento. Según la versión de Macri, él le contestó que no, que él le iba a terminar ganando la pulseada.

Cristina lo habría contradicho: “No vas a ganar vos, el presidente va a ser Massa. Y detrás hay alguien peor que él: Alberto Fernández. Fue el único que durmió en mi casa. El único al que invitó Néstor. Es un traidor”. 

TEMAS QUE APARECEN EN ESTA NOTA

Mas noticias
NOTICIAS RELACIONADAS