Texto de Rodolfo Perri
Existen nombres que son casi un sinónimo del anonimato. Pero este señor se llamaba Severino Luccarelli, para muchos, “el descubridor”.
Y me distiendo en estas líneas para hablar de alguien que ya no está pero que quizás, imbuido de la resonancia, la eufonía con que lo bautizaron, produjo su gesta pequeña, ignorada hasta hoy.
por Juan Ferrari
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